Como lo anuncié hace unos días, el día 13 de diciembre logramos con los buenos amigos Aida y Daniel, del espacio para las artes Libélula, montar sobre una lancha una serie de pinturas, una hielera llena de cerveza y un altoparlante improvisado. La idea era darle la vuelta al Lago Petén Itzá, fuente de vida del pueblo petenero y supongo también, fuente de inspiración para la civilización Maya.
Sin ánimo de entrar a radicalismos ecologistas ni banderas políticas, me dispuse a pintar una serie de cuadros que sirvieran de pretexto para acercarnos a un público joven e infantil y ¿por qué no? Hablar de lo que sí es importante: “Proteger nuestra naturaleza”.
Lo que más me sorprendió fue el apoyo de varias personas, quienes sin más, ayudaron al desarrollo de la actividad de varias formas. El señor que reparte periódicos en la zona, nos prestó su altoparlante, nuestra querida amiga Lorena Castillo nos prestó una Lancha, los amigos del Hotel Camino Real nos apoyaron invitando a todos sus huéspedes y hasta prestándonos una batería de auto para que el altoparlante pudiera funcionar. TAG o Transportes Aéreos Guatemaltecos nos apoyaron para transportar la obra hasta el Petén. Los amigos del Hotel Maya Internacional nos tenían listo un coctel, al igual que la gente del restaurante Raíces. En fin, tanto apoyo de corazón, sólo nos da una idea: “La humanidad conserva el buen feeling y causas como la protección de nuestros recursos naturales está latente en los corazones de los buenos habitantes del planeta.
La exhibición nos dio una vuelta de 360 grados a nuestras maltratadas mentes citadinas, pues la experiencia del aire puro, el agua salpicando y bautizando cada cuadro y la respuesta del público, que no se esperaba dicha actividad, nos dieron satisfacciones espléndidas.
Lo que más nos dejó sorprendidos fue la conciencia despierta de los más jóvenes habitantes de la zona, quienes están completamente convencidos sobre la importancia de proteger ese tesoro natural. Conversando con ellos, regresamos con las valijas llenas de esperanza, pues sabemos que hay nuevas generaciones que seguramente harán de este planeta un lugar más lindo para vivir.
No cambiamos el mundo del arte, no hacemos algo de primera plana, pero lo que vivimos navegando esa vena maya, fue un verdadero regalo de la vida. La muestra estaba formada de personajes mágicos que protegían la naturaleza, desde cocodrilos hasta tatas y nanas ancestrales. Animales y seres mitológicos, quienes nos miran tras los arbustos y guían nuestros actos.
13 lágrimas de cocodrilo, fue un juego pictórico llenos de gestos amigables que llegó a su destino. Esperamos sea la primera de muchas actividades similares que abran las posibilidades al diálogo con las comunidades de diversas zonas del país, sobre todo porque el arte permite ese acercamiento y una dinámica abierta en donde todo el mundo puede expresarse.
A través de este espacio quiero agradecer a todas las personas que apoyaron de una u otra manera para que pudiéramos hacer este viaje surrealista al centro del mundo maya.
Gracias Libélula, Gracias Petén.
La última parada, al atardecer, con coctelito en el restaurante Raíces.
Echando el discurso con el altoparlante.
Los niños del remate viendo la obra.
Playa El Chechenal.
En playita "El Chechenal" cerca de un sitio arqueológico.
La expo se quedó anclada a la hora del almuerzo. El niño de la camisa verde nos dijo que "él era uno de los guardianes del Lago". Mientras un Santa Clos distraía al público en pleno parque central de San José.
Oppening en el Camino Real.
Listos para arrancar.
Aida "la galerista" y Carmen "El Capitán del Barco" montando la obra.
Trabajando en el montaje de la obra en el Hotel Camino Real.
De camino al montaje de las pinturas.
Fotografía: Alfonso Parutz